La
Perspectiva inversa.
Una visión del padre Pavel Florensky
Contribuido por Stephanos
Desde el observador, se
impone una necesidad plástica, desde la voluntad del sujeto que mira,
nuevamente apreciamos la increíble necesidad de búsqueda en los laterales que
el ojo humano mira, pero que la mente quiere entender “ver”. Según lo que interpreta el observador,
permite expresar los sentimientos que están más cerca de la realidad. La
totalidad, integrándose el sujeto holísticamente, parte desde el sujeto pero se
vuelca en el plano del icono, y vuelve a la realidad. ¿Es otro punto
de vista? No es el volver y alcanzar con la intuición del Padre Pavel Florenski
la realidad de las cosas
Parte desde el icono el
punto crítico hacia el observador, en el punto corazón, donde la oración, en el
ojo, trabaja desde el corazón mismo de
la verdad, la sustancia que precede a la creación nos conmueve y despierta la
contemplación, la belleza que se dona, el cuidado y vigilancia, las cosas los objetos se brindan y se donan.
En esta mirada el padre
Pavel Florenshi saca a la luz para el observador común, la dimensión
sobrenatural, mística que hay que creer
no con los parámetros físicos, sino con la lógica del Reino. La fe no necesita
de ver o entender, solo necesita aceptar lo espiritual e increado con la
confirmación que solo Dios nos da, la sabiduría no necesita justificarse, la
iluminación se produce en el sujeto pasivo receptor de la energía increada. Lo que sobresale del monumental trabajo de Pavel Florenski es el “rescate”
del pensamiento de Platón, desde la dialéctica del pensamiento en el eterno
preguntarse, “penetrando el corazón”
de la realidad de la dimensión mística.
Esta idea de por si unifica nuestro interior con el
exterior, lo material con lo inmaterial desde la contemplación del Icono
“que predica” la majestad de Dios. El hombre al encontrar el sentido del Reino,
ya deja la laceración y cede su angustia porque, no hay una corrupción de la
mirada en lo creado porque al ser alcanzada por el icono, comienza a ver al otro, si estoy en el mundo
es correcto decir que el mundo está en mí, El pensamiento de Florenski saca a la luz la
visión global del mundo desde el Reino de Dios, anticipándose a su tiempo por
su habilidad de extraer a la realidad la visión espiritual.
Desde
las ciencias geométricas hace una crítica a la geometría euclidiana y
destaca la ptolemaica por la razón de
“ver”, por ejemplo a penetrar el mundo intangible de las cosas la estructura
invisible en el icono, en la posibilidad de alcanzar tras el velo la vida
divina, realidad metafísica, dejando atrás
el mundo artificial que nos absorbe y comprendiendo como es ver en perspectiva, rehabilitar la forma de ver como construcción legitima de la
realidad. Todos los presupuestos de Florenski
como hombre de disciplina y de Dios en su condición de religioso es fundamenta en su visión del mundo tocado por
Cristo y donde ningún ámbito escapa de Dios.
Para Florenski ver la
grandeza, se encuentra en aceptar la
cruz del Gólgota, sufrimiento que hace madurar al hombre en su encuentro con lo
increado, no es el mundo de las ideas alejado de nosotros. En este próximo tiempo de Cuaresma en la hermosa
oración de San Efrén el Sirio, se nos
recuerda el volver a Dios, siendo oidores de la palabra, en el Espíritu siendo la envoltura que
protege al cristiano sincero de los negativo
y de la acedia, transformando nuestra vida en el sentido de Dios en la
apertura que solo puede venir de amor en la libertad y no en la enfermedad
yoica, y concentrada de pensar que se es el centro. La visión eclesiológica del
hombre de la Iglesia Ortodoxa Bielorrusa eslava es la Encarnación, por eso lo
de cristocéntrico, el Padre Florenski enseña
que “la Eosmovisión cristiana es precisamente una comprensión del mundo
una comprensión de la vida”, enseña a
encontrar al otro y dar permiso para que se done, donde los sujetos se reconocen, y
aquí es donde en este tiempo de Cuaresma próximo, estamos
reconociendo que el centro de todo es Dios. En la oración de San Efrén
el Sirio se pide la castidad, integridad
y justicia en el todo, abandonando la dispersión y encerramiento en uno mismo. El dominio de uno mismo, que es
el fruto que la gracia nos da, es el
verdadero significado de la castidad, en la alegría que es el dar,
más que el recibir, no en la dualidad sino la santificación de la materia, lo maravilloso
de la enseñanza del padre Pavel Florensky es que no hay un distanciamiento entre
materia y espíritu, se potencia y nos
alumbra el camino para poder comenzar a entender la manifestación de los
objetos, es el vínculo del reconocerse y donarse.
En el “sofrosine” está el
reconocimiento del otro, que me es necesario, y lo pasional e irascible lo
conducimos al bien, en el fortalecimiento de la voluntad, es la sabiduría que
nos enseña el padre Pavel a encontrar o tomar conciencia de la existencia a
partir del otro en el mundo. En los
domingos que precedieron leímos las
lecturas del Evangelio, La humildad, (San Lc 18, 10-14), la vuelta a la casa
al Padre (San Lucas [15:11-32]) y el
domingo del juicio San Mateo [25:31-46], son la
Palabra que extraemos, que nos lleva al domingo del perdón, donde constantemente repetimos la oración de
san Efrén el Sirio en la postración en cada estrofa, donde se muestra le necesidad del acercarse a
las personas. De la navidad y epifanía momento de misión y servicio llegamos a
este tiempo que nos llama a la conversión en la Luz del Evangelio. San Flaviano arzobispo de Constantinopla, nos invita
a la modestia y santidad, alumbrando el camino del encuentro con Dios.
“Si
hay pocos que llegan a un alto estado de
unión con Dios se debe a
que muchos no quieren
sujetarse a mayor
desconsuelo y mortificación.”
(San
Juan de la Cruz)
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