Los caminos de la mística
San Serafín de Sarowsky
Fr Estephanos
Con la oración de quietud
no acaba una experiencia de Dios, siempre
es mayor. La contemplación pasa por periodos de luz y de oscuridad –
toda historia de amor tiene altos y bajos, hacia una sencillez mas profunda. El
alma siente con fuerza creciente no ser ella la que obra, sino Dios. Esta
manera de orar se llama mística, que indica la cercanía del poder y amor de
Dios. La historia nos muestra que la cercanía mística ha sido núcleo de
irradiación de una actividad amplia y
bienhechora, “sin mi nada podéis hacer”. Es el proceso que se describe en el libro de
Isaías capítulo 6: una experiencia mística que brotó en la vida entera y el
hablar entero del profeta. Este capitulo sexto reproduce con imágenes
exteriores el momento inolvidable que es fuente interna de todo el libro de
Isaías: el profeta ante el acatamiento de Dios. Y en todas las liturgias de la
cristianismo sigue aún resonando, pues en todas las misas de Oriente u
Occidente comienza el canon por el “Santo, santo, santo”, de esta experiencia
de lo divino.
En el curso de la historia
de la Iglesia abundan los grandes hombres y mujeres que se han esforzado en consignar por escrito las
experiencias místicas que recibía. En
algunos como Agustín, Gregorio y Bernardo, no parece que sus gracias de oración
fueran acompañadas de fenómenos extraordinarios: otros como Santa Teresa de
Jesús y San Juan de la Cruz, los
experimentaron sin duda, por ejemplo no ver, no sentir con su propio cuerpo.
Los místicos que experimentaron estas cosas refieren muy poco o caso nada de
ello y están convencidos que lo esencial
no está en tales síntomas extraordinarios, considerándolas muchas veces como un
verdadero obstáculo. En una ocasión, santa Angela de Foligno trataba de
explicar a su confesor fray Arnaldo que comprendiera la imposibilidad de
explicarle sus experiencias místicas, pues decía que cuanto más conocía a Dios
menos podía hablar de Él. El confesor la estimulaba a explicarse mejor y ella
le dijo: Padre, si viese lo que yo veo y luego tuviera que subir al púlpito a
predicar, le digo lo que haría. Se detendría un momento, luego, mirando a la
gente diría: Hermanos, id con la bendición de Dios, porque de Dios hoy no sé
deciros nada y bajaría del púlpito en silencio.” La cultura propia influye,
en todo caso indican las potentes fuerzas que actúan.
Pero los grandes
místicos describen como la gracia
suprema de oración no tiene nunca nada que ver con estos fenómenos. Es de
sublime sencillez Santa Teresa escribió
un libro en que el alma está representada por un castillo
con siete moradas. Morada tras morada, se llega a la séptima que mora Dios, es
decir Cristo. Su presencia se percibe en todo el castillo pero al llegar el
alma al centro, inmensa en al profunda realidad, se siente profundamente
invadida por el sentimiento sereno de que Dios está en ella. ([i])
El alma vive dentro de la
realidad terrena que se presenta magnifica ante ella, pues comprende entonces
que Dios es la corazón inefable de la realidad. Podemos decir que son frutos que Dios puede conceder aquí en la
tierra a algunas almas privilegiadas
son las experiencias místicas: visiones, éxtasis, arrobamientos,
locuciones interiores, estigmas, revelaciones privadas, bilocación, ayunos
prolongados, sudor de sangre, perfume sobrenatural, etc.
¿Es siempre la experiencia
mística una vivencia espiritual? Ningún
místico se considera desligado de los hombre,
además la mística florece en el ambiente de piedad, en los que hay otros
en la búsqueda de Dios, por el camino y hablan entre si sobre sus hallazgos.
Rara vez encontramos una
descripción del éxtasis, san Agustín, cuenta en sus confesiones una intensa
experiencia de Dios , habida juntamente con su madre durante su estancia
en Ostia, puerto de Roma. En el
Pentecostés, en apariciones de la Pascua, aunque sean muy singulares se separa
la historia de a mística, lo que al fin cuenta es el contacto con el
perceptible Señor resucitado.
Queda muy claro entonces
para el ortodoxo que la máxima experiencia mística es precisamente la de Jesús en la Cruz. La mística
auténtica nunca es evasión de la realidad sino al contrario, la aceptación con alegría de los designios
de Dios. ([ii])
La mística no va de la mano con la santidad, es decir con la caridad en
grado máximo, muchos santos ni experimentaron los fenómenos místicos; personas menos santas
experimentaron copiosamente.
Existen creyentes, ejercen su bondad, y en el designio de Dios les haga
el regalo de una profunda y serena alegría en su oración, por ejemplo Berthe Petit (1870-1943) fue una gran mística
belga, un alma víctima. Desde que tenía 15 años se acostumbró a pedir a Jesús,
en cada misa a la que asistía, que hiciera santo al sacerdote que celebraba la
misa. Cuando tenía 17 años, pensó en hacerse religiosa, pero su director espiritual
le dijo que su vocación era quedarse en el mundo a cuidar a sus padres ancianos
y enfermos. Ella aceptó esta situación con sacrificio y cada día le pedía a
Jesús por intercesión de María que, en lugar de su vocación, llamara a alguien
para ser sacerdote santo.
Sine dolore non visite in
amore: “sin dolor no se puede
vivir en amor.” el que accede a la luminosidad , pasa necesariamente por el
valle de las sombras, pasando por
terrenos altos bajos y diferentes climas,
Orar
no es un pasatiempo, el amor es sometido a prueba en el sentido de dar lo mejor usando la Salmodia, no hemos
imaginado estas pruebas como extraordinario, cantamos aunque hubiera que andar
por los valles sombríos de la muerte, ningún mal temería pues estas Tu
conmigo, (Gal 23, 4). Es el oficio
divino, sin embargo, el que facilita, toda la oración y proveía su expansión. La unión del alma con Dios en contemplación profunda que se caracteriza por
una profunda conciencia de la presencia divina. El silencio, la humildad, un
corazón contrito, y gran paciencia,
tiene una variedad de grados, que no necesariamente ocurren en sucesión: Las
dos noches del alma (noche de los sentidos y noche del espíritu) que anteceden
a la unión mística, la oración de silencio, la unión plena, éxtasis y matrimonio
espiritual.
Toda esta oración necesita de la meditación y por lo tanto de la separación del ruido y tumulto
de la vida secular; implica el ascetismo, por lo tanto el ayuno, vigilias y la
progresión entera de observancia monástica tiene como fin llegar a un estado de
deificación Un cierto tedio (taedium), aburrimiento, hastío, generado por la continuidad y
monotonía de la vida regular, por el espíritu de acedia. ([iii]) Llegó a ser una de las formas de la mortificación que uno
debía aceptar generosamente. El trabajo, la tierra, el estudio, la
realización de Iconos, y sobre todo la
vida en comunidad, es una parte de la vida diaria, donde con equilibrio entre
la quietud y el ocio ordena a la
imaginación y empuja la esperanza, ambas miran a la Jerusalén celestial. El
trabajo interno, la oración y el trabajo manual, S E Rev. Francisco De la Caridad enseña que:
“el fin mayor es trabajar, no solo con la mente sino con las manos, para
cansarse y poder recuperarse en el sueño rehabilitador y así la mente reposara solo en Dios.” Nuestro Padre Celestial impregna nuestra mente
con la ida de la encarnación, desciende la encarnación a nuestra mente.
Aprendemos que primero Cristo se hizo audible en la palabra, nos habla El
Eterno por las Escrituras en las homilías y sermones, lo vemos en los Santos y
Vivificantes Dones, lo saboreamos al comulgar, y es perceptible en los iconos,
cristificando nuestra imaginación. El uso adecuado, en el arreglo de Dios de
nuestras facultades perceptivas, abrirá el canal de oración en la buena actitud
y actividades pías, en relación con Dios. La oración en el anhelo para que toda
actividad despierte la “relación con”, el conocer en la familiaridad y
traduciéndolo en la experiencia del amor. Por la encarnación, Cristo coloca en
sintonía el alma y el espíritu, entonces
los caminos de la mística no solo es para el monje sino para todo aquel
ortodoxo fiel a su vocación pudiendo alcanzar la visión de Dios. Francisco De
la Caridad dice que se puede vivir una
vida celestial aquí en la tierra aún en la habitación y en las palabras de
Nicolás Cabasilas:
"Cada
uno puede continuar ejerciendo su arte o profesión. El general puede continuar
mandando, el campesino labrando el suelo, el obrero en su oficio. Nadie
necesita desistir de su empleo habitual. No es necesario retirarse al desierto,
o comer alimentos desacostumbrados, o vestirse de forma diferente, o arruinar
la propia salud, o hacer cualquier cosa temeraria; puesto que es totalmente
posible practicar la meditación continua en la propia casa sin renunciar a
ninguna de las posesiones."
En la oración de quietud, como advertimos no acaba
porque queda abierta, en el acatamiento de Dios, preservado en el interior
secreto de la quietud, aún en medio de la ciudad, llevando el jardín de
Dios en medio de lo cotidiano.
[i] El Espíritu Santo es parte indispensable de toda
santificación, porque es el santificador; y el Padre es la fuente y fin de toda
vida y de todo amor. Por eso, la unión transformante con Jesús es, a la vez,
con el Padre y el Espíritu Santo. Es,
como dicen algunos místicos, llegar a ser UNO con la Trinidad, es como
transformarse en la Trinidad;
es, de alguna manera, como trinificarse, hacerse UNO con ella.
[ii] De la Caridad, Francisco., reunión anual de
la Hermandad de los Nazareos.
[iii] Escribe el Dr Archidiácono Aroldo Baasil, vicerrector del Monasterio …….. “Todo buen cristiano,
en su vocación va a luchar no
sólo contra las pasiones desordenadas sino también contra los "pensamientos" (logismoi),que apenas emergen
primeramente en la conciencia y mucho antes de que hayan resultado en acciones
externas o echado raíz como pasiones. Evagrio nos entrega una
lista de los ocho malos "pensamientos" básicos que, después de
ciertas modificaciones, llegó a ser el catálogo de los siete "pecados
capitales" corriente en el Occidente medieval. La lista en Evagrio es:
gula, codicia, avaricia, melancolía (lypi), ira, desesperación o
negligencia ("acedía," akedía), vanagloria y orgullo.
El aspirante, vigilando sobre su corazón, creciendo en tal contemplación la mente humana debe elevarse por encima de los
conceptos, de las palabras, y de las imágenes — por encima del nivel del pensar
discursivo — de tal manera de aprehender a Dios intuitivamente a través del
simple "mirar penetrantemente" o del "tocar." Como lo expresaba Evagrio, la mente
debe llegar a estar "desnuda”, “vaciada”, pasando a la unidad más allá de la
multiplicidad y de la manifestación. Su meta es la "oración pura," la
oración que es no sólo moralmente pura y libre de pensamientos pecaminosos sino
también intelectualmente pura y libre de todo pensamiento inútil.
De acuerdo con esto escribía: "Cuando
estás orando, no formes dentro de ti ninguna imagen de la divinidad y no
permitas que tu mente sea estampada con la impresión de ninguna forma;
aproxímate en cambio a lo Inmaterial de una manera inmaterial... La oración
significa el desprenderse de los pensamientos... Bendito el intelecto que ha
adquirido la completa libertad de las sensaciones durante la oración." Y cual es la solución Una de las prácticas
de la ascesis del desierto menos comprendidas era la "manifestación de los
pensamientos." Si algo se aproximaba a una técnica de guía, era esta
práctica. Ha sido descrita como una "espiritualidad de abrir el propio
corazón." El discípulo era invitado a dar conocer al anciano
espiritual todo lo que iba pasando interiormente. Tenía un significado mucho
más amplio que la confesión sacramental. La meta no era la
absolución de la culpa sino más bien un aumento en el discernimiento acerca de
las inclinaciones de la voluntad profunda en la personalidad de uno. La exagoreusis
traía un auto-conocimiento verdadero y daba la oportunidad al anciano
carismáticamente dotado de ser un médico para el alma. Cuando Juan Casiano
escribía sobre la necesidad de "llevarles [a los ancianos] todo
pensamiento que surge en nuestro corazón," la razón que daba era que "la
serpiente mala de la caverna subterránea oscura debe ser soltada; de otra
manera, se pudrirá." Hay una obvia sabiduría psicológica en esta
práctica, y nunca era realizada bajo compulsión. La exagoreusis habilitaba
también al joven asceta a tomar una mayor conciencia de la naturaleza dispersa
de los "pensamientos" (en griego, logismoi) y lo
ayudaba a aquietar la mente para lograr la paz interior del corazón (en griego,
hesyjía). La finalidad era llegar a ser una persona de un solo
pensamiento (en griego, monologistós), una persona
centrada en la conciencia de Dios. La exagoreusis no era una descarga
indiscriminada de la propia alma a un oído dispuesto. Abba Poemen advertía: "No
abras tu alma a cualquiera en quien no confías en tu corazón." La exagoreusis
era una práctica que llegaba naturalmente, puesto que dimanaba de la
confidencia y de la confianza profunda.
prognosis (provgvwsi", 4268), es el conocimiento anticipado (similar a proginosko,
véase antemano, Nº l). Se usa solo del conocimiento anticipado que posee
Dios (Hch 2.23; 1 P 1.2). El conocimiento anticipado es un aspecto de la
omnisciencia; está implicado en las advertencias que da Dios, en sus promesas y
predicciones. Véase Hch 15.18. El conocimiento anticipado de Dios involucra su
gracia en elección, pero no anula la voluntad del hombre. Él conoce
anticipadamente el ejercicio de la fe que conlleva salvación. El Apóstol San Pablo
destaca especialmente los propósitos reales de Dios más que la base de los
propósitos (véase, p.ej., Gl 1.16; Ef 1.5,11). Los consejos divinos jamás se
podrán torcer. f. prokatangello, ANTEMANO, Nº 4; también ANUNCIAR.